Desprendimiento de retina

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Autor: Dr. Ernesto Alonso

La retina es una fina membrana que tapiza los dos tercios posteriores del interior del globo ocular. Tiene forma de copa y confluye en el nervio óptico, cual si fuera el tallo de dicha copa.

La retina engloba una cavidad esférica truncada que se denomina cámara vítrea y que está rellena por el humor vítreo. Se trata de un gel elástico y transparente que inicialmente está adherido a la retina pero que en algunos casos puede desprenderse, paulatinamente o de forma brusca, de dicha retina. Cuando esto ocurre el paciente empieza a notar “moscas volantes”, generalmente de manera repentina. Es lo que llamamos desprendimiento vítreo posterior (DVP).

No es necesario que haya un traumatismo precedente ya que suele ocurrir espontáneamente, y es más frecuente en ojos miopes en los cuales la longitud anteroposterior del globo es mayor, por lo cual la retina está más estirada, y el vítreo tiene más tendencia a despegarse. El problema sobreviene cuando este desprendimiento del vítreo puede producir roturas en la retina debido a que esté anormalmente adherido a esta. Los movimientos de inercia producen una tracción y la consecuente rotura de la retina, o desgarro retiniano.

Normalmente el paciente va a experimentar aumento de las “moscas” y en caso de que haya sangrado puede experimentar visión de “humo” o “hilos” y borrosidad de la visión. El siguiente paso es que empieza a filtrar vítreo líquido a través del desgarro retiniano, lo cual produce una especie de ampolla con levantamiento de la retina que se va separando paulatinamente de la pared del ojo. Esto va a suponer la aparición de una cortina en nuestro campo visual y depende de la localización del desprendimiento de retina variará la localización de la misma.

Debido a las características ópticas del globo ocular, la sombra producida por un DR será siempre al lado contrario en nuestro campo visual. Dicha cortina va a progresar a medida que el DR progrese hasta llegar al centro de la retina (mácula), la cual produce una pérdida de la visión central al desprenderse, y por tanto gran alarma en el paciente. Una vez que el paciente nota la deficiencia visual es crucial actuar cuanto antes ya que el tiempo que la retina esté desprendida va a ser proporcional al deterioro visual a largo plazo. Cuando la retina se desprende, el aporte de oxígeno y nutrientes disminuye drásticamente ya que estos llegan a la retina a través de la capa más profunda, llamada coroides, que es una capa vascular que está en contacto con la retina y la nutre. Yo suelo explicar a mis pacientes que es como si una planta fuera sacada de su maceta y dejada olvidada sin regar. Si tardas mucho en restablecerla y regarla es probable que la planta pierda muchas hojas o incluso muera.

Por tanto, es muy importante acudir al oftalmólogo ante la sospecha de un posible desprendimiento de retina (DR) o un desprendimiento de vítreo posterior (DVP). Lo ideal sería prevenir y sellar los desgarros en consulta si se detectan. Pero en el caso de existir un DR, habrá que operar a la mayor brevedad posible, ya que de ello depende el pronóstico visual.

Las intervenciones para reaplicar la retina son complejas y costosas, y para ello utilizamos diversas técnicas que consisten en acercar la pared del ojo a la retina o bien acercar la retina a la pared del ojo. Para lo primero se utilizan técnicas extraoculares como son cerclajes o explantes de silicona que se adhieren a la pared externa del globo ocular, indentando dicha pared para acercarla a la retina. Pero las técnicas más utilizadas actualmente son intraoculares, llamadas vitrectomías posteriores, en las cuales nos introducimos en el globo ocular a través de tres micro-trócares y mediante microinstrumentos de iluminación, corte, aspiración, láser, diatermia o crioterapia, conseguimos reponer la retina a su pared del globo ocular una vez eliminado el humor vítreo que produjo la tracción y el desprendimiento. Habitualmente se rellena la cavidad vítrea de aire, gas, o en casos complicados aceite de silicona. Estos materiales conseguirán mantener la retina pegada mientras se produce la cicatrización de los desgarros, tratados previamente con láser o frío. Normalmente el paciente deberá estar un tiempo en una determinada posición para que el gas intraocular tapone la zona de los desgarros, mientras el láser cicatriza y sella las roturas. En caso de utilizar gas, este se reabsorbe espontáneamente. Si se utiliza aceite de silicona, por lo general hay que reintervenir para extraerlo en un segundo tiempo.

Actualmente conseguimos reaplicar muchos desprendimientos de retina con tasas de éxito muy por encima del 90%. Pero muchas veces que hay que reintervenir por complicaciones debidas a la cicatrización anómala del propio tejido retiniano. Es la llamada proliferación vítreo retiniana (PVR), que supone la formación de fibrosis y membranas en la superficie de la retina o por debajo de la misma. La retina se contrae y en muchos casos acaba en nuevo DR.

De todo esto podemos deducir que lo más adecuado sería una prevención del DR mediante revisiones anuales de la periferia retiniana en las cuales buscamos lesiones de riesgo y las tratamos si es necesario. Si eres miope de cierta graduación es muy importante ser consciente del hecho de que el riesgo de DR es mucho mayor en miopes mayores de 6 dioptrías. También es importante revisar los ojos ante cualquier traumatismo o situación que suponga la aparición de “moscas volantes” o manchas móviles en nuestra visión. Como siempre una adecuada prevención es la mejor opción.

Información sobre seguridad

Las ICL se han diseñado para la corrección/reducción de la miopía en adultos de entre 21 y 60 años con una graduación de entre −0,5 D y −20,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D, y para la corrección/reducción de la hipermetropía en adultos de entre 21 y 45 años con una graduación de entre +0,5 y +16,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D. Para asegurarse de que el cirujano use las ICL que mejor se adapten a su ojo, antes de la intervención refractiva, la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo deberán llevar al menos un año estables. Las ICL mejoran la vista, por lo que no tendrá que usar gafas ni lentes de contacto. No obstante, las ICL no eliminan la necesidad de usar gafas para leer, incluso si no las ha usado antes. Las ICL implican el uso de una intervención refractiva alternativa, como la queratomileusis in situ asistida con láser (LASIK), la queratectomía fotorrefractiva (PRK) y las intervenciones de incisión, o de otros medios de corrección refractiva, como las gafas y las lentes de contacto. La implantación de las ICL se considera intervención quirúrgica y, como tal, implica riesgos posiblemente graves. A continuación, se indican las posibles complicaciones y reacciones adversas asociadas con la cirugía refractiva en general: intervenciones adicionales, desarrollo de cataratas, pérdida de la vista corregida, aumento de la presión intraocular, pérdida de células en la superficie interior de la córnea, conjuntivitis, inflamación aguda de la córnea, inflamación persistente de la córnea, endoftalmitis (infección ocular total), deslumbramientos y/o halos alrededor de las luces, hifema (presencia de sangre en el ojo), hipopión (presencia de pus en el ojo), infección ocular, desplazamiento de la ICL, edema macular, pupila no reactiva, glaucoma de bloqueo pupilar, inflamación ocular grave, iritis, uveítis, pérdida del humor vítreo y trasplante de córnea. Antes de contemplar la posibilidad de usar las ICL, debe someterse a una revisión oftamológica completa y hablar con su oftalmólogo sobre la implantación de ICL, especialmente por lo que respecta a los posibles beneficios, riesgos y complicaciones. Deben hablar también sobre el tiempo necesario para la recuperación tras la intervención.

Referencias

Citas

1. Patient Survey, STAAR Surgical ICL Data Registry, 2018

2. Sanders D. Vukich JA. Comparison of implantable collamer lens (ICL) and laser-assisted in situ keratomileusis (LASIK) for Low Myopia. Cornea. 2006 Dec; 25(10):1139-46. Patient Survey, STAAR Surgical ICL Data Registry, 2018

3. Naves, J.S. Carracedo, G. Cacho-Babillo, I. Diadenosine Nucleotid Measurements as Dry-Eye Score in Patients After LASIK and ICL Surgery. Presented at American Society of Cataract and Refractive Surgery (ASCRS) 2012.

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5b. Parkhurst, G. Psolka, M. Kezirian, G. Phakic intraocular lens implantantion in United States military warfighters: A retrospective analysis of early clinical outcomes of the Visian ICL. J Refract Surg. 2011;27(7):473-481.

*American Refractive Surgery Council