Deportes acuáticos para las personas con problemas de vista

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Uno de los problemas oculares más comunes es la miopía. En realidad, uno de cada tres españoles está afectado por este defecto y generalmente tienen menos de 45 años. Este fallo de la visión es de refracción, es decir, hay un error en la posición de los componentes del ojo.

La miopía básicamente es un deterioro de la visión a lo lejos. Por lo que las personas que la padecen ven borrosas los objetos que se encuentran a cierta distancia. Hay muchos grados de miopía, dependiendo de las dioptrías que tenga cada persona. Las dioptrías se miden de forma negativa, es decir, una persona con miopía puede tener -2 dioptrías.

Esta deficiencia se puede dar desde que somos pequeños y aunque por lo general se estabiliza cuando dejamos de crecer, no siempre es así. En ocasiones aumenta conforme pasa el tiempo. Esta deficiencia aparece porque las lentes internas del ojo son muy fuertes o porque existe un globo ocular más largo de lo normal.

Para detectar problemas de miopía, los principales síntomas son:

- Entornar los ojos para ver a lo lejos. Las personas miopes suelen entornar los ojos para fijar la vista.

- Acercarse las cosas a la cara. Por ejemplo el móvil, o acercarse a un cartel para leerlo, ponerse en las primeras filas en clase para ver bien la pizarra, etc.

- Cansancio visual y dolores de cabeza. Generalmente, forzar tanto la vista provoca cansancio y dolores punzantes de cabeza.


¿Este problema puede afectar a los deportes acuáticos?

En realidad sí, afecta bastante. Las personas con miopía, por norma general, utilizan gafas o lentillas que corrigen este fallo óptico y los acerca a una visión casi perfecta. Necesitan revisiones periódicas para ver que todo sigue igual y que las dioptrías no han aumentado.

Por tanto, cuando quienes padecen miopía se enfrentan a situaciones en las cuales no pueden llevar puestas ni las gafas ni las lentillas, les resulta difícil realizar una buena ejecución de lo que estén haciendo, además de los dolores constantes de cabeza.

A la hora de hacer deportes acuáticos no podemos tener puestas las gafas, porque no sirven para nada. El cristal se moja y la visión se distorsiona. Además, los tornillos de las gafas pueden dañarse en contacto con el agua con cloro o salada, por lo que habría que cambiar las gafas deterioradas en un breve espacio de tiempo.

En cuanto a las lentillas, ocurre algo parecido. Las lentillas están sobrepuestas en el ojo por lo que si cerramos el ojo con fuerza al meter la cabeza en el agua pueden desplazarse de su sitio y, por el contrario, si abrimos los ojos en el agua se nos pueden caer. Por tanto, es un utensilio que tampoco nos serviría para nada e incluso podría ser perjudicial para nuestra salud. Con el cloro y la sal pueden dañarse y hasta causarnos úlceras, irritaciones o infecciones.

Muchas de las personas que realizan de manera profesional o semiprofesional este tipo de deportes, utilizan unas gafas especializadas para nadar con la graduación de sus dioptrías. Estas gafas deben ser homologadas y suelen ser bastante costosas, aunque resulta una buena opción para contrarrestar el problema de la miopía.

¿Cuál es la mejor opción?

Para los nadadores o personas muy dadas a los deportes acuáticos, una de estas opciones quirúrgicas es lo mejor que puede existir. Es bastante agobiante no ver con claridad cuando sales del agua, tener que estar constantemente utilizando gafas o lentillas y sobre todo los dolores de cabeza que no paran.

La cirugía facilita mejora la visión y por supuesto la calidad de vida de todas aquellas personas que sufren día a día estos fallos ópticos tan comunes. Someterse a esta operación, tengas el problema que tengas, se considera una inversión a largo plazo. A plazo de por vida.

Una operación puede ser la solución para disfrutar de una visión clara y perfecta tanto para tu día a día como para hacer los deportes acuáticos que más te gustan.


Información sobre seguridad

Las ICL se han diseñado para la corrección/reducción de la miopía en adultos de entre 21 y 60 años con una graduación de entre −0,5 D y −20,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D, y para la corrección/reducción de la hipermetropía en adultos de entre 21 y 45 años con una graduación de entre +0,5 y +16,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D. Para asegurarse de que el cirujano use las ICL que mejor se adapten a su ojo, antes de la intervención refractiva, la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo deberán llevar al menos un año estables. Las ICL mejoran la vista, por lo que no tendrá que usar gafas ni lentes de contacto. No obstante, las ICL no eliminan la necesidad de usar gafas para leer, incluso si no las ha usado antes. Las ICL implican el uso de una intervención refractiva alternativa, como la queratomileusis in situ asistida con láser (LASIK), la queratectomía fotorrefractiva (PRK) y las intervenciones de incisión, o de otros medios de corrección refractiva, como las gafas y las lentes de contacto. La implantación de las ICL se considera intervención quirúrgica y, como tal, implica riesgos posiblemente graves. A continuación, se indican las posibles complicaciones y reacciones adversas asociadas con la cirugía refractiva en general: intervenciones adicionales, desarrollo de cataratas, pérdida de la vista corregida, aumento de la presión intraocular, pérdida de células en la superficie interior de la córnea, conjuntivitis, inflamación aguda de la córnea, inflamación persistente de la córnea, endoftalmitis (infección ocular total), deslumbramientos y/o halos alrededor de las luces, hifema (presencia de sangre en el ojo), hipopión (presencia de pus en el ojo), infección ocular, desplazamiento de la ICL, edema macular, pupila no reactiva, glaucoma de bloqueo pupilar, inflamación ocular grave, iritis, uveítis, pérdida del humor vítreo y trasplante de córnea. Antes de contemplar la posibilidad de usar las ICL, debe someterse a una revisión oftamológica completa y hablar con su oftalmólogo sobre la implantación de ICL, especialmente por lo que respecta a los posibles beneficios, riesgos y complicaciones. Deben hablar también sobre el tiempo necesario para la recuperación tras la intervención.

Referencias

Citas

1. Patient Survey, STAAR Surgical ICL Data Registry, 2018

2. Sanders D. Vukich JA. Comparison of implantable collamer lens (ICL) and laser-assisted in situ keratomileusis (LASIK) for Low Myopia. Cornea. 2006 Dec; 25(10):1139-46. Patient Survey, STAAR Surgical ICL Data Registry, 2018

3. Naves, J.S. Carracedo, G. Cacho-Babillo, I. Diadenosine Nucleotid Measurements as Dry-Eye Score in Patients After LASIK and ICL Surgery. Presented at American Society of Cataract and Refractive Surgery (ASCRS) 2012.

4. Shoja, MR. Besharati, MR. Dry eye after LASIK for myopia: Incidence and risk factors. European Journal of Ophthalmology. 2007; 17(1): pp. 1-6.

5a. Lee, Jae Bum et al. Comparison of tear secretion and tear film instability after photorefractive keratectomy and laser in situ keratomileusis. Journal of Cataract & Refractive Surgery , Volume 26 , Issue 9 , 1326 - 1331.

5b. Parkhurst, G. Psolka, M. Kezirian, G. Phakic intraocular lens implantantion in United States military warfighters: A retrospective analysis of early clinical outcomes of the Visian ICL. J Refract Surg. 2011;27(7):473-481.

*American Refractive Surgery Council