Drusas maculares: causas y tratamiento

Drusas maculares

Las drusas maculares son depósitos de materiales residuales en la retina que el cuerpo no es capaz de eliminar a través de la circulación sanguínea, haciendo que se almacenen en la mácula, que es la zona central de la retina que permite ver los detalles con claridad o realizar actividades como leer o conducir.

Tipos de drusas maculares

Existen dos tipos:

  • Las drusas duras no son síntoma de enfermedad ocular, y son de pequeño tamaño, alejadas unas de otras y con los bordes bien definidos.

  • Las drusas blandas se caracterizan por su gran tamaño, por su agrupación unas con otras y porque sus bordes no están tan claramente definidos como los de las drusas duras. Son las más perjudiciales ya que son señal temprana de degeneración macular asociada a la edad (DMAE).

Edad más frecuente para su aparición

La aparición de las drusas maculares no suele darse antes de los 45 años. Acostumbran a ser habituales en pacientes de entre 45 y 65 años y muy frecuentes en los mayores de 65 años. Además, no suelen ir asociadas a síntomas de ahí que sea importante que los grupos de riesgo anteriormente citados realicen controles periódicos para su detección precoz. Tan sólo en los casos de pacientes con drusas blandas podrían notar visión borrosa, presencia de un punto blanco o borroso en su visión central o dificultad para ver al pasar de una luz brillante a una luz oscura.

El diagnóstico precoz es clave

Para una adecuada exploración oftalmológica de las drusas es imprescindible realizar un fondo de ojo con dilatación pupilar para poder examinar el estado de la retina. Si se observa la presencia de drusas blandas, se puede utilizar además un test de rejilla de Amsler para descartar sospechas de DMAE. El OCT, la Angio-OCT y, en caso de duda, la angiografía con fluoresceína son claves también para su diagnóstico precoz.

Causas de su aparición

Teniendo en cuenta que suelen afectar a personas de mediana edad, se puede afirmar que las drusas están relacionadas con el proceso natural de envejecimiento y solas no causan pérdida de visión.

Sin embargo, en algunos casos, las drusas pueden originar daño macular, iniciándose con el abombamiento de la retina dando lugar a pequeñas elevaciones. El proceso de desarrollo puede detenerse en esta primera fase o evolucionar hacia DMAE.

Tratamientos actuales

Para las drusas duras a fecha de hoy no existe ningún tratamiento eficaz para combatirlas, siendo imprescindibles los controles rutinarios para observar si se convierten en drusas blandas.

En los casos de drusas blandas complicadas con neovascularización (DMAE Húmeda) será importante aplicar el tratamiento más adecuado para cada paciente para intentar frenar su avance. La terapia de fármacos antiangiogénicos es el tratamiento que actualmente está dando mejores resultados con una eficacia de frenar la pérdida de visión de hasta un 90%.

Maximino Abraldes


Dr. Maximino Abraldes

Información sobre seguridad

Las ICL se han diseñado para la corrección/reducción de la miopía en adultos de entre 21 y 60 años con una graduación de entre −0,5 D y −20,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D, y para la corrección/reducción de la hipermetropía en adultos de entre 21 y 45 años con una graduación de entre +0,5 y +16,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D. Para asegurarse de que el cirujano use las ICL que mejor se adapten a su ojo, antes de la intervención refractiva, la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo deberán llevar al menos un año estables. Las ICL mejoran la vista, por lo que no tendrá que usar gafas ni lentes de contacto. No obstante, las ICL no eliminan la necesidad de usar gafas para leer, incluso si no las ha usado antes. Las ICL implican el uso de una intervención refractiva alternativa, como la queratomileusis in situ asistida con láser (LASIK), la queratectomía fotorrefractiva (PRK) y las intervenciones de incisión, o de otros medios de corrección refractiva, como las gafas y las lentes de contacto. La implantación de las ICL se considera intervención quirúrgica y, como tal, implica riesgos posiblemente graves. A continuación, se indican las posibles complicaciones y reacciones adversas asociadas con la cirugía refractiva en general: intervenciones adicionales, desarrollo de cataratas, pérdida de la vista corregida, aumento de la presión intraocular, pérdida de células en la superficie interior de la córnea, conjuntivitis, inflamación aguda de la córnea, inflamación persistente de la córnea, endoftalmitis (infección ocular total), deslumbramientos y/o halos alrededor de las luces, hifema (presencia de sangre en el ojo), hipopión (presencia de pus en el ojo), infección ocular, desplazamiento de la ICL, edema macular, pupila no reactiva, glaucoma de bloqueo pupilar, inflamación ocular grave, iritis, uveítis, pérdida del humor vítreo y trasplante de córnea. Antes de contemplar la posibilidad de usar las ICL, debe someterse a una revisión oftamológica completa y hablar con su oftalmólogo sobre la implantación de ICL, especialmente por lo que respecta a los posibles beneficios, riesgos y complicaciones. Deben hablar también sobre el tiempo necesario para la recuperación tras la intervención.

Referencias

Citas

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*American Refractive Surgery Council