Lentes intraoculares: Corrige la miopía, hipermetropía y astigmatismo

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Los defectos de refracción, miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia se compensan mediante la adaptación de lentes correctoras específicas para cada uno de ellos. Las lentes oftálmicas (gafas) son el método más conocido, y más extendido, para corregir los defectos de refracción; las monturas, de diferentes materiales, y las lentes, de diferente diseño en función del error refractivo a corregir, forman una unidad que permite solucionar el problema en la mayoría de los casos.

Sin embargo, los inconvenientes que por diversos motivos puede conllevar el porte de la gafa, ha favorecido el desarrollo de las lentes de contacto. La lente correctora pasa a un plano más cercano al ojo, al plano corneal, lo que mejora de forma significativa la calidad visual de nuestros pacientes, aunque su adaptación también tiene sus limitaciones. Hoy día, en las primeras décadas del siglo XXI, el objetivo de la ciencia en este campo es introducir la lente correctora dentro del ojo con el objetivo de conseguir que cualquier defecto de refracción que presente el paciente, se pueda corregir mediante el implante de una lente intraocular. Sir Harold Ridley en 1949 realiza el primer implante de una lente intraocular en cámara posterior después de una cirugía de catarata, iniciando la era de la corrección refractiva (Fig.1). En la actualidad estas lentes intraoculares para solucionar la miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia se incluyen en dos grandes grupos. Por un lado, las lentes que podemos colocar por encima del cristalino, lentes que hemos denominado lentes epicristalinianas, y por otro, las lentes que lo pueden sustituir, los denominados cristalinos artificiales.

Fig. 1 Sir Harold Ridley y la primera lente intraocular implantada

Las lentes epicristalinianas, constituyen la base de la cirugía aditiva del cristalino y representan un gran avance conceptual. En principio diseñadas para la corrección de la miopía, hipermetropía y astigmatismo, su desarrollo durante los últimos 20 años, posibilita que se consideren como una alternativa real en la corrección de la presbicia. Las lentes, como su nombre indica, se implantan por delante del cristalino, aunque no deben contactar con él; se sitúan entre el cristalino y la cara posterior del iris, apoyándose en el surco ciliar. La técnica quirúrgica es relativamente sencilla, se limita a introducir la lente dentro del globo ocular y a colocarla en su posición adecuada. En la década de los 50 se realizaron las primeras contribuciones en este campo para la corrección de la miopía, implantándose por primera vez una lente intraocular de cámara anterior, por delante del iris, por Baron en 1952. Posteriormente, en las décadas de los 80 y 90 se implantaron varios modelos de lentes de cámara anterior que cayeron en desuso por el daño corneal que generaban. En cambio, las lentes epicristalinianas colocadas por detrás del iris, no ocasionan lesiones a la córnea gracias al efecto barrera del iris que las protege del contacto con ella.

Todas lentes epicristalinianas presentan un diseño de plataforma similar, monobloque, pero se diferencian fundamentalmente en el material de fabricación: copolímero de colágeno, silicona o acrílico hidrófilo. La óptica de la lente puede estar diseñada para la corrección de la miopía, hipermetropía y astigmatismo. Las más utilizadas en la actualidad son las lentes de copolímero de colágeno (Colámero), material que ha demostrado su excepcional biocompatibilidad en la práctica clínica durante los últimos 30 años y que está obtenido de esclera porcina, con alta permeabilidad al gas y a diferentes metabolitos permitiendo una adecuada nutrición del cristalino.

Las lentes epicristalinianas de Collamer (Intraocular Collamer Lens, por sus siglas en inglés ICL, de la Compañía STAAR Surgical) han revolucionado la corrección de las ametropías (errores de refracción) en estos últimos años. Su eficacia, predictibilidad y seguridad en este campo, las convierten en una opción terapéutica de primera línea para el cirujano oftalmólogo. La lente presenta un diseño de plataforma en plato, con una óptica central que se une, sin solución de continuidad, a dos hápticaos que se adaptan al surco ciliar. La lente se orienta según el eje horizontal y está disponible en cuatro tamaños para adaptarse lo mejor posible a las diferencias fisiológicas que existen en el espacio retroiridiano de cada ojo. Así, adecuar el tamaño de la lente en cada caso concreto es la clave del procedimiento. Las ventajas de la intervención con la lente ICL vienen dadas por las cualidades ópticas de la misma, ya comentadas. La eficacia, en términos de mejorar la visión del paciente sin necesidad de corrección óptica externa (gafa o lente de contacto) y la predictibilidad, en cuanto a conseguir la ametropía, está demostrada en un gran número de trabajos publicados al respecto. La seguridad (tercer criterio evaluable), también es muy alta, lo que significa que el índice de complicaciones es muy bajo y con escasa repercusión clínica.

Existen otras lentes epicristalinianas de material diferente al colámero. Las primeras que aparecieron fueron las lentes de silicona, alrededor de 1990, que han evidenciado un deterioro del material con el paso del tiempo que las hacen poco aconsejables. Por último, tenemos las lentes de material acrílico hidrófilo. En este caso, el material del que están fabricadas plantea dudas de biocompatibilidad a largo plazo. En experiencias previas, se ha demostrado la tendencia que tiene a producir catarata si entra en contacto con el cristalino.

Carlos Lisa


Dr Carlos Lisa

Información sobre seguridad

Las ICL se han diseñado para la corrección/reducción de la miopía en adultos de entre 21 y 60 años con una graduación de entre −0,5 D y −20,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D, y para la corrección/reducción de la hipermetropía en adultos de entre 21 y 45 años con una graduación de entre +0,5 y +16,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D. Para asegurarse de que el cirujano use las ICL que mejor se adapten a su ojo, antes de la intervención refractiva, la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo deberán llevar al menos un año estables. Las ICL mejoran la vista, por lo que no tendrá que usar gafas ni lentes de contacto. No obstante, las ICL no eliminan la necesidad de usar gafas para leer, incluso si no las ha usado antes. Las ICL implican el uso de una intervención refractiva alternativa, como la queratomileusis in situ asistida con láser (LASIK), la queratectomía fotorrefractiva (PRK) y las intervenciones de incisión, o de otros medios de corrección refractiva, como las gafas y las lentes de contacto. La implantación de las ICL se considera intervención quirúrgica y, como tal, implica riesgos posiblemente graves. A continuación, se indican las posibles complicaciones y reacciones adversas asociadas con la cirugía refractiva en general: intervenciones adicionales, desarrollo de cataratas, pérdida de la vista corregida, aumento de la presión intraocular, pérdida de células en la superficie interior de la córnea, conjuntivitis, inflamación aguda de la córnea, inflamación persistente de la córnea, endoftalmitis (infección ocular total), deslumbramientos y/o halos alrededor de las luces, hifema (presencia de sangre en el ojo), hipopión (presencia de pus en el ojo), infección ocular, desplazamiento de la ICL, edema macular, pupila no reactiva, glaucoma de bloqueo pupilar, inflamación ocular grave, iritis, uveítis, pérdida del humor vítreo y trasplante de córnea. Antes de contemplar la posibilidad de usar las ICL, debe someterse a una revisión oftamológica completa y hablar con su oftalmólogo sobre la implantación de ICL, especialmente por lo que respecta a los posibles beneficios, riesgos y complicaciones. Deben hablar también sobre el tiempo necesario para la recuperación tras la intervención.

Referencias

Citas

1. Patient Survey, STAAR Surgical ICL Data Registry, 2018

2. Sanders D. Vukich JA. Comparison of implantable collamer lens (ICL) and laser-assisted in situ keratomileusis (LASIK) for Low Myopia. Cornea. 2006 Dec; 25(10):1139-46. Patient Survey, STAAR Surgical ICL Data Registry, 2018

3. Naves, J.S. Carracedo, G. Cacho-Babillo, I. Diadenosine Nucleotid Measurements as Dry-Eye Score in Patients After LASIK and ICL Surgery. Presented at American Society of Cataract and Refractive Surgery (ASCRS) 2012.

4. Shoja, MR. Besharati, MR. Dry eye after LASIK for myopia: Incidence and risk factors. European Journal of Ophthalmology. 2007; 17(1): pp. 1-6.

5a. Lee, Jae Bum et al. Comparison of tear secretion and tear film instability after photorefractive keratectomy and laser in situ keratomileusis. Journal of Cataract & Refractive Surgery , Volume 26 , Issue 9 , 1326 - 1331.

5b. Parkhurst, G. Psolka, M. Kezirian, G. Phakic intraocular lens implantantion in United States military warfighters: A retrospective analysis of early clinical outcomes of the Visian ICL. J Refract Surg. 2011;27(7):473-481.

*American Refractive Surgery Council