Moscas volantes, ¿cómo tratarlas?

Moscas volantes

Las moscas volantes son pequeñas manchas flotantes, que pueden tener forma de puntos, hilos, moscas o telas, que aparecen en el campo de visión. Se encuentran en el vítreo, gel transparente que rellena el ojo por dentro. Habitualmente están vinculadas al proceso normal de envejecimiento del ojo, aunque pueden presentarse en pacientes jóvenes sobre todo si son miopes.

No comprometen la visión de modo que, aunque en un principio resultan molestas, a medida que pasa el tiempo, los pacientes logran acostumbrarse a ellas. Sin embargo, en los casos en los que no tienen movilidad o son demasiado densas, las moscas volantes dejan de ser algo normal y pueden estar relacionadas con problemas graves de visión como son el desprendimiento de retina, la uveítis o las hemorragias intraoculares.

Fondo de ojo para un rápido diagnóstico

Pese a que en la mayoría de los casos suelen tener un carácter benigno, es importante consultar siempre su aparición con un oftalmólogo. Especialmente cuando se notan por primera vez, cuando cambian de tamaño o están quietas o cuando van asociadas a otros síntomas como destellos de luz.

Para su evaluación debe realizarse un examen exhaustivo del fondo de ojo bajo dilatación pupilar para descartar lesiones en la retina periférica como desgarros o degeneraciones que puedan evolucionar a un desprendimiento de retina.

El diagnóstico precoz de agujeros o desgarros en la retina puede prevenir la aparición de un desprendimiento de retina si se trata de forma rápida mediante láser o frío. De la misma forma, un diagnóstico precoz del desprendimiento de retina permitirá evitar que éste avance y puede relacionarse con un mejor pronóstico visual después de la cirugía.

Población de mayor riesgo

Las moscas volantes aparecen en pacientes de todas las edades, aunque son más frecuentes en la población de mediana edad que ronda los 50 años. Las personas con miopía son otro de los grupos de riesgo que más notan su presencia. A ellos se suman además los pacientes operados de catarata o de cirugía ocular con láser y los pacientes con diabetes.

Tratamientos actuales para casos especiales

Si la retina no presenta ninguna alteración, la recomendación que se da a los pacientes es que aprendan a convivir con las moscas volantes, evitando enfocarlas o perseguirlas. En casos especiales se aplica el láser o la vitrectomía para tratarlas.

La primera técnica consiste en un láser de nueva generación y de gran precisión que pulveriza una a una cada mosca volante, eliminando así poco a poco ese tejido muerto que dificulta la visión. Por su parte la vitrectomía se trata de una técnica quirúrgica en la que se extrae el gel vítreo y los agujeros o roturas son tratados con láser o frío.

Francisco Gómez-Ulla de Irazazábal

Dr. Francisco Gómez-Ulla de Irazazábal

Información sobre seguridad

Las ICL se han diseñado para la corrección/reducción de la miopía en adultos de entre 21 y 60 años con una graduación de entre −0,5 D y −20,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D, y para la corrección/reducción de la hipermetropía en adultos de entre 21 y 45 años con una graduación de entre +0,5 y +16,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D. Para asegurarse de que el cirujano use las ICL que mejor se adapten a su ojo, antes de la intervención refractiva, la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo deberán llevar al menos un año estables. Las ICL mejoran la vista, por lo que no tendrá que usar gafas ni lentes de contacto. No obstante, las ICL no eliminan la necesidad de usar gafas para leer, incluso si no las ha usado antes. Las ICL implican el uso de una intervención refractiva alternativa, como la queratomileusis in situ asistida con láser (LASIK), la queratectomía fotorrefractiva (PRK) y las intervenciones de incisión, o de otros medios de corrección refractiva, como las gafas y las lentes de contacto. La implantación de las ICL se considera intervención quirúrgica y, como tal, implica riesgos posiblemente graves. A continuación, se indican las posibles complicaciones y reacciones adversas asociadas con la cirugía refractiva en general: intervenciones adicionales, desarrollo de cataratas, pérdida de la vista corregida, aumento de la presión intraocular, pérdida de células en la superficie interior de la córnea, conjuntivitis, inflamación aguda de la córnea, inflamación persistente de la córnea, endoftalmitis (infección ocular total), deslumbramientos y/o halos alrededor de las luces, hifema (presencia de sangre en el ojo), hipopión (presencia de pus en el ojo), infección ocular, desplazamiento de la ICL, edema macular, pupila no reactiva, glaucoma de bloqueo pupilar, inflamación ocular grave, iritis, uveítis, pérdida del humor vítreo y trasplante de córnea. Antes de contemplar la posibilidad de usar las ICL, debe someterse a una revisión oftamológica completa y hablar con su oftalmólogo sobre la implantación de ICL, especialmente por lo que respecta a los posibles beneficios, riesgos y complicaciones. Deben hablar también sobre el tiempo necesario para la recuperación tras la intervención.

Referencias

Citas

1. Patient Survey, STAAR Surgical ICL Data Registry, 2018

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*American Refractive Surgery Council