¿Qué es la Cirugía Refractiva?
Podemos decir, de manera muy simplificada, que el ojo es un sistema óptico formado por varias lentes. Igual que si nuestras gafas están sucias no vemos bien, la córnea y el cristalino, las dos lentes naturales que hay en el ojo, deben ser transparente si queremos tener una buena visión.
Que esas dos lentes, la córnea y el cristalino, tengan más o menos potencia, además de lo largo o corto que sea nuestro ojo, se traduce en que nosotros tengamos miopía, hipermetropía y/o astigmatismo.
Ojos largos, o con córneas o cristalinos muy potentes, son los que tienen los pacientes miopes. Los ojos cortos o con lentes naturales poco potentes, son los que tienen los pacientes con hipermetropía.
Para corregir esa miopía o hipermetropía, nos ponemos gafas y de esa forma conseguimos enfocar los objetos y ver nítido.
Pero también podemos ver bien si decidimos operarnos de cirugía refractiva.
¿Qué es la técnica LASIK?
Una de las técnicas de la que vamos a hablar hoy es la técnica LASIK, que es el acrónimo de Laser Assisted in-Situ Keratomileusis, y que se realiza desde principio de los años 90, siendo, a día de hoy, la técnica refractiva más utilizada a nivel global.
Simplificando, podríamos decir que lo que hacemos es tallar en nuestra córnea una lente parecida a la que debemos llevar en las gafas. Como la córnea no se regenera, ese tallado permanece constante y podemos ver los objetos enfocados.
La córnea es transparente y no tiene vasos sanguíneos, por eso no sangra, pero sí tiene muchos nervios. Si nosotros tallásemos la lente en la parte superior de la córnea, los nervios quedarían expuestos y durante unos días tendríamos mucho dolor.
Por eso, el LASIK, lo que hace es crear un colgajo, o flap, o, por entendernos mejor, se hace una rebanada en la córnea. Se levanta esa capita, a continuación se talla la “lente” que corrija la visión en ese paciente, y, para acabar, se vuelve a colocar la rebanada en la parte superior. De esta forma, los nervios no quedan expuestos y el paciente no tiene dolor.
La rebanada no se corta del todo, se deja una pequeña bisagra que nos permite volver a colocarla exactamente en el mismo lugar.
La córnea se talla con un láser que se llamado Excimer, mientras que el flap se puede hacer con un microqueratomo, que es una cuchilla que corta la córnea, o con otro tipo de láser, en este caso de femtosegundo. El láser de femtosegundo no corta la córnea sino que crea millones de microburbujas que separan de forma precisa las capas corneales. Si realizamos el flap con un microqueratomo se llama LASIK, mientras que si el flap lo hacemos con el láser de femtosegundo, la técnica pasa a llamarse FEMTOLASIK.
En cualquier caso, independientemente de cómo realicemos el flap, con una técnica y otra el tallado se debe hacer con el láser excimer.
La mayoría de los láseres Excimer permiten hacer ablaciones o tallados customizados. Esto significa que, tras un estudio completo, el oftalmólogo cirujano puede decidir hacer un tallado estándar o un tallado que corrija pequeñas aberraciones que tenga el ojo de ese paciente en particular.
Como todas las técnicas de cirugía refractiva, el LASIK o FEMTOLASIK no están indicados en todos los pacientes.
Se suele indicar en pacientes que estén sanos, miopes, hipermétropes o con astigmatismo, que tengan su córnea en óptimas condiciones: transparente, sin ninguna irregularidad y que tenga un grosor suficiente como para que tras el tallado esa córnea siga teniendo una buena resistencia.
Por otro lado, el hecho de crear un flap, sí que obliga a tener precauciones importantes tras la intervención.
Ese flap se pega al resto de la córnea de manera natural, sin tener que suturarlo, pero un traumatismo, frotarse el ojo o un golpe puede hacer que se mueva y provocar una complicación. Por eso, el LASIK y el FEMTOLASIK se desaconsejan en aquellos pacientes acostumbrados a frotarse los ojos, que practiquen deportes de contacto como pueden ser las artes marciales o en profesionales como bomberos o policías.
Como toda cirugía, no está exenta de complicaciones siendo estas muy poco frecuentes. La principal complicación quirúrgica se suele producir en el momento de realizar el flap. El grosor total de la córnea se sitúa alrededor de medio milímetro, y ese flap suele tener unas 120 micras de grosor, por lo que su manejo debe hacerse con mucha delicadeza. El empleo del láser de femtosegundo ha reducido mucho este tipo de complicaciones, además de conseguir que el grosor del flap sea más uniforme y predecible que cuando se realiza con Microqueratomo.
Otras situaciones que pueden ocurrir son las hiper o hipocorrecciones que pueden requerir una corrección óptica tras la cirugía y que suelen ser más frecuentes en graduaciones elevadas, halos o destellos en condiciones de poca luminosidad, alteraciones de la transparencia corneal o alteraciones en la superficie de la córnea que den lugar a astigmatismos irregulares.
En cualquier caso, que usted sea un buen candidato o no para esta técnica, se lo deberá indicar su oftalmólogo tras una examen oftalmológico completo.