Lagoftalmos o lagoftalmia: dormir con los ojos abiertos​​

Logoftolmia

Dormir es una actividad que todo ser humano realiza de manera cotidiana. Cuando dormimos, el sueño tiene funciones en nuestro organismo como realizar diversos procesos que resultan imprescindibles para conservar la energía y garantizar la integridad física y psicológica.

Lo normal a la hora de dormir es apagar la luz, acostarnos y cerrar los ojos. Sin embargo, aunque hay personas que duermen en ocasiones con los ojos entreabiertos sin suponerles ningún problema de salud, hay casos en los que puede resultar peligroso. La imposibilidad de cerrar correctamente los ojos, es decir, cubrir el globo ocular en su totalidad con los párpados, es una condición que recibe el nombre de lagoftalmos o lagoftalmia.

El problema de este trastorno es que es difícil darse cuenta de que lo tenemos; a no ser que, casualmente, una persona con la que dormimos, nos alerte de ello.

¿Pero alguna vez te has preguntado por qué hay personas que duermen así?

Causas

Existe un consenso en la comunidad médica en ver este problema más como un síntoma que como una enfermedad, ya que generalmente tiene una causa subyacente como pueden ser algunas infecciones, traumatismos y parálisis faciales, enfermedades de la piel e incluso, procedimientos quirúrgicos como las cirugías estéticas mal realizadas. También puede ser provocado por enfermedades de la tiroides o pérdida de la tonicidad de los músculos faciales.

¿Cómo puede afectar en la salud del ojo?

Si los ojos no se cierran apropiadamente al dormir, las lágrimas no pueden cubrir toda la córnea para mantenerla húmeda y limpia y así prevenir daños.

Los síntomas a causa de la incapacidad de cerrar los párpados completamente durante toda la noche pueden llegar a producir:

  • Enrojecimiento.

  • Sensación de arenilla.

  • Dolor o visión borrosa.

  • Sensación de cuerpo extraño.

  • Lagrimeo.

  • Irritación ocular.

Cuando se habla específicamente del momento del sueño y la imposibilidad de cerrar los ojos durante el mismo, se emplea comúnmente el nombre de lagoftalmos nocturno, y es bastante difícil de diagnosticar porque la persona normalmente no se da cuenta que no cierra los párpados cuando duerme hasta que otra persona se lo advierte, y es posible que estemos durmiendo así durante hace ya mucho tiempo, y no seamos conscientes de ellos.

En condiciones normales, cuando el párpado se cierra cubre la superficie de los ojos con una fina película de lágrimas que protege la misma del polvo y otras partículas del ambiente, a la vez que los humedece y los mantienen sanos.

Cuando no se cierran los párpados, particularmente durante tantas horas de sueño, la persona se expone a sufrir sequedad ocular, la cual puede resultar dolorosa y muy dañina para el mismo, además de que se expone a lesiones e infecciones que puedan provocar agentes patógenos o cuerpos extraños que caigan en él. Si experimentamos sequedad en los ojos al levantarnos, los tenemos irritados de forma habitual, o tenemos problemas relacionados de manera continuada, es sinónimo de que algo raro está pasando, por lo que actuar de inmediato sobre la causa del problema es clave.

¿Cómo se trata la lagoftalmia?

Existen varios métodos para tratar esta problemática, algunos son solo soluciones parciales y otras son más drásticas e intentan solucionar el problema totalmente. Entre las primeras está la aplicación frecuente de lágrimas artificiales con el objetivo de mantener la córnea húmeda, aunque en el caso de las largas horas de sueño es preferible emplear una pomada que extiende más su acción en el tiempo. También se han empleado gafas especiales que impiden que la película lagrimal se evapore durante el sueño.

Otra solución, en los casos en los que es factible, son las cirugías de diversos tipos. Una de ellas que resulta cuando menos curiosa, es la que emplea inserciones de oro (pesa de oro) en los párpados superiores, de manera que el peso que provocan tira de los mismos hacia abajo. Esto puede requerir frecuentes ajustes y no está exento de problemas derivados.

Existen diversas soluciones, pero lo más importante es acudir al especialista una vez detectado el problema ya que a menudo suele ser síntoma de una enfermedad más perniciosa que puede manifestarse de esta manera en principio, y puede ser una vía efectiva para atajarla a tiempo.

Rosalba Salazar Murillo

Dra. Rosalba Salazar Murillo

Información sobre seguridad

Las ICL se han diseñado para la corrección/reducción de la miopía en adultos de entre 21 y 60 años con una graduación de entre −0,5 D y −20,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D, y para la corrección/reducción de la hipermetropía en adultos de entre 21 y 45 años con una graduación de entre +0,5 y +16,0 D con o sin astigmatismo de hasta 6,0 D. Para asegurarse de que el cirujano use las ICL que mejor se adapten a su ojo, antes de la intervención refractiva, la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo deberán llevar al menos un año estables. Las ICL mejoran la vista, por lo que no tendrá que usar gafas ni lentes de contacto. No obstante, las ICL no eliminan la necesidad de usar gafas para leer, incluso si no las ha usado antes. Las ICL implican el uso de una intervención refractiva alternativa, como la queratomileusis in situ asistida con láser (LASIK), la queratectomía fotorrefractiva (PRK) y las intervenciones de incisión, o de otros medios de corrección refractiva, como las gafas y las lentes de contacto. La implantación de las ICL se considera intervención quirúrgica y, como tal, implica riesgos posiblemente graves. A continuación, se indican las posibles complicaciones y reacciones adversas asociadas con la cirugía refractiva en general: intervenciones adicionales, desarrollo de cataratas, pérdida de la vista corregida, aumento de la presión intraocular, pérdida de células en la superficie interior de la córnea, conjuntivitis, inflamación aguda de la córnea, inflamación persistente de la córnea, endoftalmitis (infección ocular total), deslumbramientos y/o halos alrededor de las luces, hifema (presencia de sangre en el ojo), hipopión (presencia de pus en el ojo), infección ocular, desplazamiento de la ICL, edema macular, pupila no reactiva, glaucoma de bloqueo pupilar, inflamación ocular grave, iritis, uveítis, pérdida del humor vítreo y trasplante de córnea. Antes de contemplar la posibilidad de usar las ICL, debe someterse a una revisión oftamológica completa y hablar con su oftalmólogo sobre la implantación de ICL, especialmente por lo que respecta a los posibles beneficios, riesgos y complicaciones. Deben hablar también sobre el tiempo necesario para la recuperación tras la intervención.

Referencias

Citas

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3. Naves, J.S. Carracedo, G. Cacho-Babillo, I. Diadenosine Nucleotid Measurements as Dry-Eye Score in Patients After LASIK and ICL Surgery. Presented at American Society of Cataract and Refractive Surgery (ASCRS) 2012.

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5b. Parkhurst, G. Psolka, M. Kezirian, G. Phakic intraocular lens implantantion in United States military warfighters: A retrospective analysis of early clinical outcomes of the Visian ICL. J Refract Surg. 2011;27(7):473-481.

*American Refractive Surgery Council